miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA VUELTA A LAS RUTINAS

 Poco a poco.

  • Aunque las rutinas no son nuevas, no podemos volver al orden establecido de un día para otro.
  • Para sentirse sanos, equilibrados y felices, los niños tienen que estar en consonancia con sus ritmos biológicos.
  • A finales del verano las horas de dormir, de comer o el tiempo que pasamos juntos ha variado con respecto al del invierno.
  • Necesitamos crear un periodo de adaptación. Hay que ir poco a poco encauzando los ritmos de nuestro hijo hacia un horario que podamos compartir con él, y que podamos aplicar todos los días durante los meses fríos.

¿Cuándo y cómo hacerlo?

Necesitaremos al menos un par de semanas. La vuelta a las rutinas tiene sus propias claves:
  • Anticiparle los cambios: con dos años es pequeño, pero le interesa todo lo que atañe a su vida. Le podemos decir que nos vamos a acostar antes, a levantar más temprano, o que vamos a empezar a ir al cole. Es importante hacerle partícipe del cambio.
  • Introducir los cambios de uno en uno o de dos en dos, ya que las rutinas no son totalmente nuevas. Como son un "recuerdo", no tardará tanto en integrarlas, pero aún así es importante respetar el tiempo de adaptación a cada cambio. Puede tardar desde un día hasta una semana.
  • Hacer los cambios de forma progresiva: si en verano se levantaba a las 10 h. no podemos despertarlo a las 7 h. de un día para otro. Deberíamos tomarnos nuestro tiempo: levantarle unos días a las 9 h., otros a las 8 h... para finalmente llegar al objetivo.

¿Por dónde empezar?

La hora de levantarse, la de acostarse, las comidas... ¿Qué orden tenemos que seguir para recuperar las rutinas y horarios habituales?
1. La hora de irse a la cama. Es lo primero que deberíamos cambiar. Para volver a acostarse antes, organizaremos una cansada tarde de actividades, la puerta de entrada a un sueño feliz. Si le acostamos más temprano, también podremos levantarle antes.
2. La hora de levantarse. Es la consecuencia de la hora a la que acostemos al pequeño. Es importante que sus horas de sueño sean de calidad y que el sueño dure más o menos lo mismo. Nunca menos.
3. La hora de la comida. Horarios y tiempo de comida, lugar, forma de hacerlo, menú... todo ha podido cambiar durante el verano. La hora de la comida es mejor integrarla directamente, sin transiciones.
4. La hora de entrar a la guardería. Si el pequeño va a la guardería, es mejor llevarle una semana antes e ir dejándole más horas conforme avanza la semana. Si esta adaptación la podemos realizar en dos semanas será una transición aún más tranquila para el niño.

Recuperar los rituales de la comida y el sueño

Nos encontramos con dos hábitos que es importante apuntalar bien: la comida y el sueño. Lo más probable es que durante el verano hayan cambiado, y no solo de horario... También de ritual. Hay que establecer los nuevos rituales, que se parecerán mucho a los que quedaron abandonados al principio del verano. Asentar los hábitos de comida y de sueño será nuestro principal apoyo para volver a la dinámica de los días de trabajo:
  • Para recuperar la rutina de la comida es importante establecer un ritual bien claro. Por ejemplo: el anuncio de la comida (¡a comer!), lavarse las manos, sentarse en su silla y ponerse su babero, sentarse todos a la vez, no permitir levantarse de la mesa y comer tranquilamente pero sin pausa. Relajados, pasándolo bien... pero respetando nuestras propias reglas.
  • Quizá los hábitos también han cambiado a la hora de dormir, aunque es menos probable. Dormir también requiere su ritual: ¿baño, pijama, cena, cuento, cama? ¿Con su osito esperándonos en la almohada y el cuento elegido entre ambos? ¿Con música relajante mientras leemos el cuento? Nosotros diseñamos lo que mejor le va a nuestro hijo, pero es importante que todos los días repitamos los mismos pasos, a la misma hora.
Autor: Iván Moreno.
Asesora: Mari Carmen Moreno Hernández, profesora de Educación Infantil. 

Publicado en Revista Ser Padres.

domingo, 13 de mayo de 2012

El lenguaje a los 2 años


A partir de los 12 meses, los bebés comienzan a pronunciar sus primeras palabras y, desde ese momento, su evolución es tan rápida que a los 3 años ya forman frases completas y pueden comunicar cualquier emoción, deseo, problema....
Hacia los 2 años, los niños tienen un vocabulario bastanta amplio, que van mejorando día a día con las palabras que oyen a su alrededor. Se pasan el día escuchando y reproduciendo lo que oyen, por eso debes tener cuidado delante de él con tus palabras, evitando las que son malsonantes y que no quieres que luego repita.
A partir de los 2 años, empieza a desarrollar el pensamiento simbólico, lo que le permite comprender el concepto abstracto de algunas ideas sencillas.
Comienza a hacer frases de varias palabras e incorpora los pronombres, aunque aún no tiene muy clara su identidad respecto a los demás y habla de sí mismo en tercera persona. También emplea adjetivos y determinantes, forma frases con sujeto y predicado y empieza a conjugar los verbos.
Cuando se acerca a los 3 años su avance es vertiginoso. No para de hablar, de preguntar, de cuestionar todo. Su vocabulario ha aumentado hasta las 1.000 palabras y sus frases son más largas y correctas.
Ya es capaz de memorizar y reproducir canciones, cuentos, poemas,...
PARA FOMENTAR EL DESARROLLO DEL LENGUAJE, DEBES:
- Hablarle siempre, desde bebé, contarle lo que haces y preguntarle lo que ha hecho él durante el día.
- Leerle cuentos.
- Dejarle tiempo para expresar sus ideas, no le metas prisa, ni acabes tú sus frases.
- Alabarle cuando use una palabra nueva correctamente.
- Corregirle sin que se dé cuenta, es decir, repitiendo después de él la palabra que ha dicho mal de forma adecuada.
- Si estás leyendo esto, pero tu hijo aún no tiene 2 años, sino que es menor, no le hables en su "lenguaje", los adultos debemos hablarle a los niños, da igual si tienen 4 meses o 2 años, de forma correcta, no debemos hablarles usando sus palabras: "pipa", "tete", "pape"...., pues de esta forma lo único que conseguimos es ralentizar el aprendizaje del lenguaje.

jueves, 12 de enero de 2012

ESTIMULACION MUSICAL

 La música es siempre una experiencia agradable y por eso la relacionamos con algo lúdico y divertido. La música ejerce una gran influencia en los niños, y cuanto más pequeños sean éstos, mejor, pues aumenta la capacidad de concentración, desarrolla la sensibilidad y la memoria, ayuda a expresar sentimientos, a desarrollar el habla y estimula la expresión corporal.
Se ha demostrado que existe una estrecha relación entre la música y la facilidad para aprender matemáticas y otros idiomas, favorece la actividad cerebral completa, fomenta las habilidades de escritura y lectura, entre otras muchas cosas.
La música activa el funcionamiento multisensorial de nuestro cerebro y en el inicio de su desarrollo esto es clave.
En los niños, las neuronas están aún por conectar, los circuitos no están contaminados y son vulnerables y sensibles al aprendizaje. A través de la música es posible desarrollar su inteligencia, despertar su sensibilidad y acrecentar sus vínculos afectivos.
Son muchos los pedagogos musicales que han puesto de relieve el valor de la música impartida desde los primeros momentos de la vida como apoyo sensorial para el posterior aprendizaje.
 

viernes, 23 de diciembre de 2011

¡¡ FELIZ NAVIDAD !!

ESCUELA INFANTIL DONALD , os desea la más entrañable y FELIZ NAVIDAD.


martes, 20 de diciembre de 2011

EL JUGUETE IDEAL

La compra de un juguete en Navidad es un quebradero de cabeza para los padres que dudan sobre la idoneidad y utilidad de los juguetes que se "piden" los pequeños de la casa en la carta a los Reyes Magos.
A la hora de elegir los juguetes, debemos tener en cuenta varias cosas:
- que se adapte a la edad del niño
- que se adecue al nivel de evolución de cada niño en particular.
- que sea divertido.
- que sea seguro.
Una de las principales aptitudes que fomentan algunos juguetes es la psicomotricidad. Por ello, un buen regalo que encantará a los más pequeños será los juegos sencillos de manipulación, los que les permiten ensayar sus habilidades manuales, la precisión, la coordinación de movimientos,...
También es importante no olvidarse de los juguetes que facilitan el aprendizaje simbólico. Se trata de juguetes que ayudan a los niños a entender y dominar la situación que les rodea, como muñecos, animales, títeres, cocinitas, disfraces,... en definitiva, todos aquellos objetos de imitación de la vida de los mayores. Con estos juguetes les ayudaremos a ganar confianza en sí mismo y a expresar sus sentimientos, lo que asegura un sano equilibrio emocional.
Una apuesta importante y recomendable son los juegos de construcción. Con ellos ayudamos al niño a utilizar su ingenio, su capacidad de rezonamiento lógico y espacial y su curiosidad, que es base de cualquier aprendizaje.
Pero lo más importante es que sepamos que, por el hecho de regalarle un juguete a nuestro niño, no significa que ya sabe jugar con él, somos nosotros, sus padres y educadores, los que tenemos que sentarnos con ellos y enseñarles a jugar. Es nuestra compañía, nuestra manera de presentárselo y de compartir el juego será lo  que hará que ese juguete sea o no el preferido del niño.
Y... no olvidéis añadir a la lista de juguetes UN LIBRO. Será la mejor manera de hacer que nuestro hijo se aficione a la lectura, y nos ayudará a compartir momentos muy especiales con él.

martes, 20 de septiembre de 2011

JUEGOS PARA EL BEBÉ

Juegos de equilibrio para el bebé

El bebé tiene que aprender a mantener el equilibrio, lo que ocurrirá progresivamente a lo largo del primer año. Puedes ayudarle con unos cuantos juegos:

¡Estoy aquí!

Te pones a su nivel para que te vea bien la cara, y llama su atención hablándole, cantándole o haciendo muecas divertidas. Esto le obligará a erguir su cabecita y mirarte, lo que le ayudará a desarrollar la movilidad y la fuerza de la cabeza.

¡Oh, mira!

Coloca unos juguetes pequeños sobre la manta de juegos y siéntate en ella con el bebé. Para ayudarle a permanecer sentado, colócale sobre tus rodillas y sujétale suavemente por las axilas. Después, muéstrale los objetos uno a uno y déjale que los manipule con sus manitas. Con este juego el pequeño empezará a controlar su postura. Las primeras veces no debes hacer este ejercicio durante más de unos minutos ya que el niño podría cansarse.

¡Arre, borriquito!

Todo un clásico. Para este juego, es necesario que el pequeño pueda mantenerse sentado. Colócate en una silla y sienta al bebé mirando hacia ti con sus piernecitas abiertas colgando cada una a un lado de tu pierna. Sujétale con mucho cuidado por debajo de sus brazos y mueve la pierna hacia arriba y abajo haciendo botar suavemente al pequeño al son de una canción. Ve subiendo lentamente el ritmo de los botes y de la canción. Con este juego incrementas su control motor y su sentido del equilibrio.

FUENTE: Revista Ser Padres

sábado, 17 de septiembre de 2011

COMER EN LA ESCUELA, ¿SI O NO?

¿Es mejor que coman en casa o en la escuela?
La comida es un momento fundamental en los hogares con niños pequeños; todos los padres (como no puede ser de otro modo) desean que sus hijos se alimenten bien, que adquieran buenos hábitos, que coman de todo y que lo hagan sin mancharse mucho y en un tiempo prudencial.

En muchas casas esto es solo una utopía y la realidad se acerca más a carreras con el plato en la mano detrás del peque por todos los rincones de la casa, cambiar el menú veinte veces sobre la marcha para que, por lo menos, pruebe algo, o hacer mil payasadas y números circenses para que el pequeño se preste a abrir su linda boquita.

En la escuela infantil todo esto es muy diferente: como son y se sienten parte de un grupo, se integran en él y en sus normas. Y dentro de las normas del comedor no entra ninguno de los comportamientos anteriormente señalados. De hecho, la mayoría de los malos comedores, los que se ponen en huelga de brazos caídos nada más ver la cuchara y los que hacen bola hasta con una miga de pan, se convierten en unos estupendos comensales.
¿Qué aprenden cuando comen en la guardería?
  • Se les enseña a manejarse con el nivel de autonomía propio de su edad: a comer solos, utilizar correctamente los cubiertos, limpiarse con la servilleta, etc.
  • Vigilan que su nutrición sea equilibrada, variada y que se corresponda con las necesidades de cada edad.
  • Intentan que vayan adquiriendo hábitos saludables: postura correcta al sentarse a la mesa, buena masticación, higiene de las manos antes y después de comer, etc.
El comedor escolar entre el primer y el segundo año
  • En torno al año (una vez que tienen el suficiente control psicomotor para permanecer sentados) el educador ya sienta a los niños en la mesa. Para poder atender a todos a la vez, las mesas suelen ser en forma de «u» o de herradura; así el educador se sienta en la parte de dentro y tiene acceso a todos.
  • A esta edad ya comienzan a tomar platos diferentes y a masticar, con lo que se alternan alimentos pasados y enteros. Para animarles a que mastiquen, antes del puré se les suele poner un plato con trocitos de cosas blandas: patatas, croquetas, etc.



Fuente: Revista Digital Ser Padres,