sábado, 10 de octubre de 2009

LAS RUTINAS Y LA AUTONOMÍA DEL NIÑO


El niño de 1 a 2 años aún no comprende el concepto de tiempo y está aprendiendo a situarse en el espacio. No comprende en qué momento del día se encuentra ni la actividad que corresponde realizar. Por eso, desea hacer lo que más le gusta y repite las acciones que puede recordar con facilidad. Para que el niño adquiera confianza en sus acciones, conviene establecer rutinas para las actividades cotidianas. Repetir las mismas acciones, los mismos rituales todos los días le ayuda a recordar, a anticiparse y a actuar con confianza porque sabe lo que va a pasar a continuación.

Las rutinas sirven al niño para interiorizar el orden en su forma de vida. Cuando el pequeño la interioriza, la realiza sin esfuerzo y es poco probable que estalle en una rabieta. No está demás que los adultos le anunciemos lo que vamos a hacer para que el niño aprenda también el nombre de la acción o situación. Cuando el niño es capaz de nombrar algo, se apropia un poco más de aquello que nombra, sea un objeto, persona, situación...

Para establecer rutinas, conviene repetir de forma sistemática y con un orden igual, las actividades diarias. Por ejemplo: al despertar, levantarse, realizar el aseo corporal, vestirse, desayunar, coger la mochila (que siempre está en el mismo sitio) y salir de casa.

El niño tampoco comprende lo que significa tener prisa o lo que suponen las obligaciones. Por eso, cuando nos ponemos nerviosos porque, por ejemplo, queremos vestirle rápido, se desconcierta y, normalmente, en vez de colaborar obtenemos negativas. Lo adecuado es establecer la rutina de vestirle o desvestirle siguiendo el mismo orden, nombrando la prenda que le ponemos, pidiéndole que mueva la parte del cuerpo correspondiente, dejando que él solo se quite algunas prendas sencillas o que se las ponga, ...

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